Travis y Mini, corrían veloces por las calles de la ciudad. La brújula mágica les marcaba la posición del último fragmento de magia. No había tiempo que perder. El día de Navidad estaba ya muy próximo y se tenía que desplegar toda la magia navideña.
Lo que ellos no sabían, es que una sombra los llevaba observando, era el causante de este estropicio con la magia, y su objetivo era apoderarse de la misma navidad y convertirla en una fiesta oscura.
Esta vez llegaron al lugar, muy cerca de allí habían encontrado el primer fragmento.
Como ya había sido desde el primer día, primero usaban un conjuro para localizar la magia y luego el hechizo que lo capturaba. Así que ya os podéis imaginar, Mini, el perrito rastreador por excelencia, levanta su varita y recita.
Con el hocico preparado
Y la varita ondulando
de lado a lado
Lanzo este conjuro
Para que el fragmento sea revelado.
Desde lo alto de unas columnas, un gran destello de luz apareció. Allí estaba el último trozo de magia. Bastante alto, por cierto.
- Rápido Travis. ¡¡Atrápalo!! Exclamó Mini.
Travis, pensó unos segundos, siempre le cuesta crear rimas mágicas, levantó su varita y recitó.
Astucia de león
Ancas de sapo
Yo pego un brinco
Y el fragmento atrapo
Mini, como siempre, con cara de poker, con la divertida rima de su amigo. Pero no dice nunca nada, el hechizo funciona. La magia resplandeció por un momento y enseguida puso rumbo a casa. Por fin. Toda la magia había sido recuperada.
Pero la alegría les duro poco, a sus espaldas, se escuchó una voz que recitaba un nuevo conjuro.
El Oscuro velo propago
Tentáculos que atraparán
a estos impertinentes magos
Que no obstaculicen mi plan
Sin tiempo para reaccionar, Travis y Mini quedaron atados a la columna. Imposible desatarse. Y cuando quisieron ver quien había lanzado tal hechizo, no había nadie. ¿Quién podría ser? Se preguntaban.
- Travis, recuerda que el Tió nos advertía que había una posibilidad de que el accidente con la magia podía ser provocada. Si ha sido así. Seguro que ha sido él quien nos ha atado.
Travis asentía con la c, también lo pensaba. – Entonces, el objetivo siempre ha sido que nosotros recuperáramos toda la magia y apoderarse de ella al final.
La cara de Mini cambió, a un semblante muy serio y preocupado. Maxi siempre se encarga de proteger la magia. Pero se lo decían porque en casa nunca pasa nada y está seguro. Pero ahora, todo ha cambiado. Seguro que cuando viera al intruso que quiere robar la magia se enfrentará a él y Maxi es aún muy pequeño. Tenían que soltarse lo más rápido posible e ir ayudar en casa, su cachorro estaba en peligro.
En casa, todo era muy normal, como siempre, Maxi vigilaba la casa, esperaba la llegada del último fragmento de magia y escoltarlo hasta el recipiente donde los guardaban.
Y así fue, como siempre una luz entró por la ventana, y la acompañó ladrando alegremente hasta el contenedor. Parecía que hoy el contenedor brillaba con más fuerza. Se sentó a su lado a esperar la llegada de Travis y Mini, ellos sabrían por qué ocurría eso.
Pero de pronto, sintió una sensación un tanto extraña, en casa empezaba a hacer frio, nunca había sentido frio en casa. ¿Qué estaba pasando?
Se dirigió hacia donde había el control de la calefacción y lo que vio allí lo dejó asustado.
Estaba Conejito, que había ido allí, por el mismo motivo, atado y amordazado. Se movía con fuertes movimientos para desatarse y decía algo que no entendía. Maxi le aflojo la mordaza. Conejito con voz asustada le grito. -
¡Corre Maxi! Escóndete. Ha un mago muy malo en casa. Quiere coger la magia. ¡Corre! ¡Hazme caso! Escóndete hasta que lleguen Travis y Mini. Ellos lo arreglarán todo.
Maxi es muy obediente, así que salió corriendo y se escondió. Desde su escondite podía ver el contenedor de magia. De momento, ese mago malvado, no lo había encontrado. A ver si llegaban pronto los chicos.
Pero esa esperanza se desvaneció, pronto observó la horrible figura que se dirigía hacía el contenedor. ¡Lo había encontrado e iba robarlo! No lo podía permitir.
Desoyendo lo que le había ordenado Conejito, salió de su escondite y corrió velozmente hasta el contenedor, interponiéndose entre este y el intruso. Y con la cara más feroz que podía poner le gruñó y ladró, en señal de advertencia de que no debía dar un paso más.
Blue Bajocero se lo miró con cara divertida y se reía. - ¡Jajaja! Hola joven guardián. No eres rival para mí. No esperes la ayuda de tus amigos, los he atado y no pueden venir. Que penita, ¿no?, ¡Jajaja!
Con esta nueva noticia, Maxi sabía que no vendrían los refuerzos. Todo dependía de él. Con Travis, Mini y Conejito fuera de combate, no recibiría ayuda externa. Solo podía hacer lo que estaba haciendo, no demostrar ningún temor y seguir manteniendo la posición, sin dejar acercar al malvado Blue, a lo que daba un paso, Maxi lo quería morder, haciendo retroceder al intruso.
- Veo que no lo has entendido joven cachorro. - Fanfarroneaba Blue. No tienes nada que hacer, te lo he avisado por las buenas. Pero tú lo has querido.
Blue Bajocero invocó una vez más sus mágicas ataduras para capturar a Maxi, pero no contaba con la extrema agilidad del joven beagle, con cada atadura que se acercaba para atarlo, Maxi brincaba y brincaba, esquivando todas las acometidas.
- Vaya, parece que te he menospreciado. Eres muy ágil perrito.
Blue dio por terminado el hechizo de las ataduras, era una perdida de tiempo. Y eso era lo que sospechaba que quería Maxi, ganar tiempo, por si llegaba ayuda. No lo podía permitir, la magia de Navidad tenía que ser suya ya.
Tendremos que pasar a cosas más serías.
Viento oscuro
Sopla para mí.
Llévate a este perro
Lejos de mí.
¡Ventus Potens!
Un fuerte viento se levantó, empujando a Maxi, estaba muy asustado, no sabía que hacer, quería aguantar la posición, pero cada vez el viento lo desplazaba más y más, era ya casi imposible aguantar. Pero debía hacerlo. Si no lo hacía, nunca podría saber como es la Navidad. Aumentó su empeño en mantenerse allí, sacó fuerzas, aun no sabía como lo hizo. Pero el viento siguió aumentando su fuerza. Ya no podía más. Y entonces sucedió.
Una sensación cálida alrededor de su cuello. El collar que su padre le había regalado empezó a sentirlo diferente, y una suave luz lo rodeó. Justo en el centro del collar, esa luz se concentró y apareció una chapa con su nombre, Maxi. Y por instinto, sabía lo que tenía que hacer, se puso a dos patas y se concentró como nunca. Sabía que las palabras que pronunciaría iban a cambiar la situación.
Repello Magnus
De repente el viento cambio de dirección y atacó al instante a Blue, que no pudo resistirlo y se lo llevó, lo arrastró fuera de casa. Por lo que la magia de momento estaba a salvo.
Pero no había tiempo de perder, ese instinto le decía que debía hacer una cosa más, puso las patitas sobre el contendor, cerró los ojos y exclamo.
Artes Magicae reparare
El contenedor de magia brilló como nunca, la luz se expandió por todas partes, la magia de la navidad había sido liberada.
En la recóndita cueva de los Tiós de Nadal, la magia se dejó notar, todos y cada uno de los Tiós de Navidad volvieron a la vida. Y no había tiempo que perder, cada uno sabía lo que había que hacer, correr lo más rápido posible a las casas de los niños que los esperaban.
Y Travis y Mini… pues con la derrota de Blue Bajocero, el hechizo de las cuerdas quedó anulado, y pudieron correr a casa y comprobar que todo estaba bien.
Después de que Conejito y Maxi les contaran lo sucedido, no entendían que había sucedido con Maxi, pero estaban contentos, todo había acabado bien.
Aunque de repente, notaron unos golpes en la ventana. ¿Habría vuelto Blue para vengarse?
Con mucha precaución observaron y… abrieron la ventana rápidamente, era el Tió de Nadal.
-
Lo habéis conseguido chicos. ¡Sabía que lo arreglaríais!
Se fundieron todos en un gran abrazo.