Estoy cansadito. La verdad llevo dos días, madrugando mucho, a las 10 de la mañana ya me tengo que levantar, pues traen a Jan, un niño de pocos meses, y lo tenemos de cuidar. El primer día no paraba de llorar. Yo estaba en mi cama, y al final un poco preocupado me levanté para ver lo que pasaba. Llego a donde estaba el niño, y… solo verme se calla y empieza a reír. No tenía ni un juguete a mano, así que le di algo para que jugara, y lo primero que se me ocurrió fue un utensilio de cocina que se llama “lengua de gato”. Hago un poco de mi show especial, bailo un poquito, me muevo, lo acaricio… y sigue contento y riéndose. Bueno, me dije, misión cumplida. Lo dejo al cuidado de la mama de mi dueño, solo salir por la puerta…. BUAAA! – Volvió a llorar. Entro de nuevo, y se calla. Total que me quedé toda la mañana, allí sentadito a su lado, sin poder ir a jugar con la PS3 ni cotillear por la ventana. Y esta mañana más de lo mismo. La verdad… es dura la profesión de canguro. Pero… también es cierto que me ha gustado mucho cuidar a Jan. Jejeje. Mañana ya no vendrá, y estoy seguro que lo echaré de menos. A ver si vuelve pronto.
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