VAMOS A LA PLAYA. OH OH OH

Fuimos a comer a un buffet, un restaurante donde tú te pones la comida y puedes repetir tantas veces como quieras. Había cosas muy ricas, pero en la sección de postres había flaMs y crema catalana. Así que solo comí eso. Pero muchos. No os digo la cantidad porque me da vergüenza, pero fueron tantos que no podía comer una cucharada más. Después de eso, me coloque en la bolsa de transporte y me quedé dormidito allí. Después de una comilona el cuerpo te pide una siesta. No sé el rato que estaría allí dormido, imagino que varías horas. Me desperté y desde dentro de la bolsa oía a gente reír, como jugaban y un sonidos de fondo constante. ¿Dónde debía estar? Hice un poco de ruido, pero nada, no me abrían mi bolsa. Así que con mucho ingenio, abrí la bolsa desde el interior, saco la cabeza y…
¡OH! ¡ESTABA EN LA PLAYA!
Estaba sorprendido. Nunca había estado en la playa. De pequeño, porque en mi pueblecito no hay mar, para verlo tendría que haber viajado 600km para verlo, y nunca me llevaron, de todas formas ver tanta agua junta me pone muy nervioso, así que tampoco lo pedí. Y ya desde que estoy en Reus, que en 20 minutitos estaríamos en la playa, por el mismo motivo tampoco lo pedí nunca.
Pero ahora que lo veo, me arrepiento de no haber ido a verlo antes. Si es verdad, una leve sensación de mariposas en el estomago la tenía, solo de pensar que una ola gigante me mojará me la producía, pero el mar se veía con oleaje pero poca altura, y mis dueños, con mucho acierto, me colocaron a una distancia prudencial del agua. Tan grande, tan azul…. Qué bonito. Y ahora entiendo ese sonido de fondo que oía de dentro de la bolsa, eran las olas del mar que llegaban a la orilla, un sonido muy relajante.
Pues bueno ya que estaba en la playa, bañarme no me bañaré, pero tomar el sol, eso si. Así que rebuscando por la bolsa encontré mi bañador, y con mucho cuidado me saqué mi pantaloncito, me puse el bañador, mi cremita solar de protección especial de peluches factor Travis, y ala, a disfrutar de mi tarde de playa tomando el sol y viendo como mis dueños chapoteaban en el agua. Más les vale que cuando vengan ni se les ocurra abrazarme. Primero que se sequen. Si no, otro día no vendré, y ahora creo entender porque me han traído, no para que yo viera el mar, si no para que les vigile las toallas y las bolsas mientras se bañan. ¡aish! Como se aprovechan de mí. Pero me encanta, jijiji.

Hociquitos playeros

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