En un pequeño pueblecito en un lejano país, Vivian los ositos London y Coki. Eran felices y lo que más les gustaba era comer gelatina. Sus sabores preferidos eran la de limón y la de fresa.
Pero un día, apareció un malvado robot comegelatinas. Cuando vio que en ese pueblo había mucha gelatina, decidió quedarse a vivir en ese pueblo. Cada día se les comía todas las gelatinas y los pobres ositos solo podían mirar con tristeza e impotentes como devoraba sus gelatinas.
Esta situación se alargó durante varias semanas. Los pobres ositos se preguntaban si en algún lugar del mundo habría alguien lo suficientemente poderoso y valiente para hacer frente a ese temible robot comegelatinas.
Un día, cuando el malvado robot se disponía a devorar las gelatinas de cada día, apareció velozmente una mancha blanca, que se dirigió directamente al robot y le propino tal golpe que dejo averiado al robot para siempre. Todo fue tan rápido que nadie se dio mucha cuenta de lo que paso, pero ya con más calma, descubrieron que esa mancha blanca era un superhéroe enmascarado. “Gracias, gracias” exclamaban Coki y London, “¿Quién eres poderoso guerrero?.
El superhéroe enmascarado no dijo ninguna palabra, solo hizo unas señas que nadie supo entender. Luego agitó la mano como despidiéndose y alzo el vuelo majestuoso.
En ese pueblecito nunca supieron quien era ese guerrero y aún se le recuerda con el nombre de Superosito. Gracias a esta historia, ningún robot comegelatinas se ha acercado a ese pequeño pueblecito desde entonces y los ositos vuelven a comer gelatinas felizmente.
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