Hola amigos. Sigo de enfermero en casa. Mi dueño sigue recuperándose de la operación en el pie. Pobrete casi que no puede moverse, menos mal que me tiene a mí para cuidarle. Y es que lleva una temporada con mala pata en su patita. Lo último que le pasó fue precisamente en esta excursión al bosque que os he explicado esta semana.
Cuando ya terminamos de buscar setas, que por cierto fue muy bien, llenamos los dos cestos, nos dirigimos al coche, allí comimos unas manzanas para recuperar fuerzas y bebimos agua. Nos dimos cuenta que nos habíamos bebido toda el agua que teníamos en el coche. ¡Vaya! Me quedé con sed. Pero mi dueño me dijo que cerca había una fuente y podíamos ir a llenar las botellas y así podría beber. ¡Perfecto! Y así nos dirigimos a la fuente del “Tossalet” que así se llama.
Cuando llegamos ahí, dejamos el coche y recorrimos el resto del camino a pie, unos 100 metros. Casi al llegar a la fuente había una pequeña balsa, donde se recoge el agua que sale de la fuente. Mi dueño me explicó que esa balsa tenía unos 60 años y que la había construido su abuelo. Que buen albañil debía ser, pues aún se conservaba perfectamente. Por fin llegamos a la fuente, salía mucha agua, pero la suficiente para llenar las botellas. Habrá gente que no note los sabores del agua, pero yo si lo noto, y que diferencia… esta agua fresquita y deliciosa. ¡Qué buena!
¡Ah! Casi se me olvida, todo esto os lo contaba por el comentario de que mi dueño tiene mala pata. Cuando llegamos a la fuente del “Tossalet”, mi dueño, por no mirar donde pisa, pisó mal y acabo con el pie izquierdo dentro de la pequeña acequia de la fuente, no se mojo mucho pero se le quedo todo el calcetín sucio de barro. Jajajaa. ¡Qué patoso!
Bueno, ahora os dejo, seguro que mi dueño me riñe por explicar estas cosas de él, pero no me digáis que estas anécdotas no son divertidas. Jejeje. Un hociquito.
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