Esta mañana, cuando me he despertado y después de desayunar, he sacado un poco el polvo de los mil cachivaches que tenemos en la habitación. Ya hacía días que tenía que hacerlo, pero durante estas semanas navideñas, me ha dado mucha pereza, es que en casa entre mi dueño y yo tenemos demasiadas figuritas de merchandising y el día que lo hacemos necesitamos al menos toda una mañana, así que hoy he aprovechado este momento de inspiración que he tenido.
Después de estar unos minutos dándole al plumero, he encontrado una máquina en forma de estrella y con dos círculos de cristal. Tenía toda la pinta de ser una lámpara.
Pero yo nunca me he fijado que mi dueño la encienda, tiene la lámpara del techo, al lado del ordenador y al lado de la cama. Pero esta nunca. Quizá no funciona, pero no creo que la guardara si no funcionara. Ya sabéis que soy muy cotilla, y esto ha sido todo un enigma. El cacharro este tiene un cable de electricidad, así que mi teoría de la lámpara cobraba fuerza. Pues nada, la he enchufado y a ver qué pasa.
Los dos círculos se han iluminado con una luz tenue y suave, una de color azul y la otra de color verde. Pero no parecía que iluminara mucho, desprendía una luz demasiado suave. Qué raro.
Cuando ya me iba a dar por vencido, he visto que en el techo habían aparecido unos puntitos verdes. Mmmm. Sospechoso. Seguro que los provocaba el cacharro ese. Pero se veían muy débiles. Entonces ya he empezado a entender lo que era el cacharro ese. He cerrado todas las ventanas y la puerta, para dejar la habitación completamente a oscuras. Y ¡SI!
Toda la habitación se ha convertido en el espacio sideral. El circulito verde proyectaba todo de estrellas verdes y el azul creaba unas nebulosas estelares chulisísimas. Me sentía como un osito sideral, flotando en un océano de nebulosas y estrellas. Que relajante.
Me he tendido en la cama, y desde allí he estado un buen rato contemplando el espectáculo. Me he dado cuenta que las estrellas y las nebulosas tienen movimiento. Y por lo visto debían tener un efecto hipnótico, me he quedado allí tumbado embobado e imaginando que era el capitán de una gran nave estelar en una misión de exploración de mundos desconocidos, descubrimiento de nuevas vidas y de nuevas civilizaciones; hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar. Y de repente, se ha abierto la puerta, era mi dueño, que ya había llegado de trabajar. ¡Coñe! Me ha pasado el tiempo volando, estaba tan a gusto y relajado viendo el espacio estelar que he perdido la noción del tiempo. Y yo con todas las tareas por hacer. Aish.
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