Como ya os explicaba ayer, me armé de valor y me acerqué al lago central del Parque Samá.
Era precioso, cierto que había mucha agua, pero era tan bonito que se me olvido que podía caer dentro. Justo al lado del lago había unos troncos talados y parecían unos taburetes para contemplarlo.
Estuve allí un rato viendo el lago, cuando de repente en unas ramas de un árbol que había al lado del agua capté un movimiento. ¿Qué debía haber?
Me acerque muy cautelosamente y observé. ¡Vaya! Es uno de los otros animales que viven en el parque. ¿Lo podéis ver? Esperad, ahora os pongo una foto que hice con el zoom de la cámara.
¿La veis ahora? Es una tortuguita. Y por lo que veo, son del mismo tipo que las tortuguitas de Zaragoza, Galactus y Estela plateada. Algún día debería traerlas aquí para que hicieran amigos nuevos. Las tortugas, conté más de diez, viven muy tranquilas en toda la orilla del lago.
Seguí recorriendo el parque y seguí haciendo fotos y a todo lo que me gusta.
A la flora del parque, que es muy variada.
A las edificaciones, puentes….
Y a un castillo. En una de las esquinas del parque, hay una gran torre, que además se puede subir hasta arriba de todo. Eso sí, si tenéis vértigo no lo intentéis, yo que no tengo vértigo cuando estaba admirando el paisaje desde la cima de la torre me temblaban las patitas.
De repente miré el reloj y me di cuenta que ya habían pasado 2 horas. Me había pasado el tiempo volando. Creí que solo había pasado media hora. Así que corrí al coche, volví para casa pero eso si, antes pasar a comprar el pan, ya que en teoría debería haber hecho el pan y se me olvidó, y si no hay pan para comer me riñen.
Un hociquito
P.D
¡Ah! Se me olvidaba. También hay patos y gallinitas. Ya se me había olvidado. Ya se me está pegando la falta de memoria de mi dueño.
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