El viernes pasado por la tarde, llegó mi dueño con una bolsa de plástico y por lo que parecía dentro debía haber algo grande y pesado. ¿Qué debía ser? Mi superporder cotilla empezaba a despertar. Yo seguí leyendo un comic, como disimulando y que no viera que me estaba fijando en la bolsa.
Desde mi cuarto escuchaba que fuera lo que fuera que había dentro la bolsa, lo había sacado y puesto encima de la mesa. Cuando escuché que salía de la habitación, corrí y ¡OH!
Era un regalo, muy bien envuelto y con un lazo muy chulo. Me había traído un regalito. Jejeje. Que majo. Y eso que aún no es mi cumpleaños.
Me dispuse a abrir el regalo cuando… una mano fuerte y peluda, me coge por detrás y evita que abra el regalo. “Travis, ¡no abras el regalo! – Era mi dueño. “Este regalo no es para ti. Es para mañana para celebración familiar “.
Pues menos mal que me ha visto en el último momento. Otras veces me deja cosas para abrir y he pensado que era una de esas.
Pues mi gozo en un pozo. Volví a mi habitación a leer un rato más. Pero por más que quería leer, no podía, mi cabeza aún estaba pensando en el regalo. Me asomé por la puerta y allí estaba. Mi instinto me pedía que lo abriera pero sabía que no debía hacerlo.
Así que fui a ver un rato la tele. Pero volvió a pasar lo mismo, veía la tele, pero no me enteraba de nada de lo que decían, mi cabeza seguía pensando en el regalo. Al final desde la butaca escuchaba la tele y miraba el regalo.
Esto de que mi dueño traiga regalos y que no sean para mí, no me gusta nada. Pasé todo el resto de viernes obsesionado con el regalo.
El sábado por la mañana, ya no estaba el regalo y ni siquiera supe lo que era. ¡Qué rollo!
1 comentarios:
Es que la curiosidad es muy mala...
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