Ya hace días que no llueve y tantos días en casa ya me apetece salir más de casa. Por lo que he decidido ir de excursión. ¿Pero dónde?
Ya hace días que me apetece mucho hacer un poco de geocaching.
El geocaching es un entretenido juego de aventura para los usuarios de GPS. Participar en una búsqueda de tesoros es una buena manera de conocer sitios nuevos. La idea básica es que alguien esconde los tesoros por todo el mundo y se comparten las localizaciones (coordenadas) de estos escondites en Internet, permitiendo que otros compañeros Geocachers se lancen a la búsqueda de tu tesoro. Una vez encontrado un escondite, éste puede sorprenderte con gran variedad de recompensas. Todo lo que se le pide al visitante es que, si ellos cogen algo del Tesoro, dejen algo a cambio en el mismo.
Pues instalé la aplicación en el teléfono. Y busqué los tesoros más cercanos que tenía. Había algunos en mi misma ciudad. Pero esa no era la excursión que tenía en mente. Busqué un poco más lejos y es cuando encontré un tesoro en el pueblo de Mont-ral. El pueblo lo conocía, y algunos de los bosques de alrededor también. Pero justamente la localización de este tesoro la desconocía. En el mapa le dan el nombre de “La Foradada” (la agujereada). Así que me decidí por esta excursión.
A primera hora de la mañana había un poco de niebla, pero ya estaba empezando a levantarse. Aparqué el coche en la pequeña plaza donde está el ayuntamiento y allí había un mapa grande donde se veían los caminitos para hacer excursiones. El que tenía que seguir yo era el GR-7 (de color amarillo y azul).
Salí del pueblo para ir a encontrar este camino, justo salir, ya encontré un poste donde se indicaba la dirección correcta.
Aunque a mí no me hacía mucha falta, en el teléfono también podía consultar esta información. De momento los dos me decían lo mismo, que siguiera por el camino a la izquierda.
Unos metros más y me encontré un pequeño monumento donde había escrito un bello poema que habla del pueblo de Mont-ral.
Unos minutos más y deje el confortable paseo y empezó el ascenso por la montaña. Siempre atento a seguir el camino correcto. El teléfono ya no lo usé, pues como podéis ver, muy a menudo encontraba pintadas con los colores amarillo y azul que me indicaban que estaba en el buen camino.
continuará
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