Hola. Hoy toca nueva excursión, o eso creía yo. Cuando hemos llegado a nuestro punto de partida, me he dado cuenta que era muy conocido. Estaba en la plaza del ayuntamiento de Mont-ral, hace algo más de un mes que ya estuve aquí, cuando hicimos la excursión a la roca “Foradada” de Mont-ral. A ver donde me iremos hoy…
¡Jopé! Me acaban de decir que iremos a la “Foradada” otra vez. Ya podrían ser más imaginativos. Me gusta mucho la excursión, pero es que repetirla y encima hace tampoco… pero bueno, que se le va a hacer, disfrutaremos de la excursión.
Como siempre los paisajes me encantan. Seguimos por el camino y de repente veo que en un punto del camino giramos a la derecha. ¡Oh! Pensé que nos estábamos perdiendo. La otra vez seguimos el camino recto. Y así lo dije. Y mi dueño respondió - “no te preocupes Travis, este es otro camino distinto”. Bueno, al final iba a tener una excursión distinta, “yupi”.
Ese camino, según me contaron, era el camino original de ir a la “Foradada”, pero hacia años después de una gran tormenta, parte del camino se derrumbó y lo hizo impracticable. Pero entonces… si es impracticable, ¿Por qué vamos por aquí? Muy pronto obtuve la respuesta.
En la parte del caminó que se derrumbó, hacía poco habían construido un puente. Pero la verdad daba mucho vértigo. Solo eran unos tablones fuertemente anclados y unas cuerdas que servían para agarrarse. Buff.
Cuando me acerque, me temblaban las patitas y la cabeza me daba vueltas. Pero yo soy un osito fuerte y decidido. Así que respire hondo y di un paso sobre el puente, veía que me aguantaba bien, di otro paso y otro y otro… y así cruce el puente. Lo había conseguido.
Seguimos avanzando por el camino, y de repente me entraron ganas de hacer pipí, así que paramos, me aparto del camino y de repente veo una pequeña cueva, mmmm. Con lo curioso que soy. Primero observe que no hubiera peligro.
Dentro de esa misma cueva había una entrada a una cueva aún más grande y oscura. En esa ya no me atreví a entrar, no por miedo, más bien por sentido común. Pero al fondo de la cueva se veían unos brillos extraños, parecían ojos que nos miraban, y cuando nos vieron se empezaron a acercar. Y entonces vi lo que eran… ¡YUPI!
Eran “Tiós de Nadal”. Ahora comprendo. Ya sabéis que por Navidad, llegó un tió de Nadal a casa, y luego se fue, tan misteriosamente como llegó. Y es que los “tiós de Nadal”, según me contaron, viven en esta cueva durante el año. Cuando se acerca Navidad, salen de la cueva y van en busca de los niños y niñas. Que ilusión me hizo descubrir esta cueva. Pregunté si mi querido tió de Nadal estaba en la cueva, me dijeron que si, pero que estaba en la zona más profunda y que no era muy recomendable que fuera hasta allí, me prometieron que lo saludarían de mi parte. Eso sí, yo también tuve que prometer que no revelaría la localización exacta, y lo he cumplido. Pues para llegar a la cueva tuve que apartarme del camino.
Luego reenprendimos la marcha, y llegamos a lo que yo llamé la otra vez “la foradada pequeña”.
Y ya muy cerca, a cinco minutitos llegamos a la “Roca foradada”.
Luego para volver, cogimos un tercer camino para llegar hasta Mont-ral.
Al final no me quejo de nada por la excursión, dos caminos nuevos y la cueva mágica de los “tiós de Nadal”.
Un hociquito
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.