EL RETORNO


Que triste se ve la cocina sin la panificadora. Cada vez que entro en la cocina me quedo un ratito mirando el rinconcito donde siempre estaba. Por si no lo sabéis, hace unos días se estropeo la panificadora y se la tuvieron que llevar para arreglarla.
Desde ese día mis desayunos ya no son lo mismo, tengo que comer el pan de barra de panadería, y la verdad el pan de por aquí no es nada bueno. En el momento de comprarlo suele ser bueno o bastante aceptable, pero al día siguiente, por la mañana al desayunar, no vale nada. Parece pan de goma o incluso a veces parece serrín. Eso me motivo mucho a tener una panificadora en casa. 
Cuando hacía el pan, me duraba 3 o 4 días la barra que hacía, y el último día aún estaba bueno. Y yo me pregunto… ¿Qué deben poner en el pan para que no aguante tan bueno como el que hago? Algún día lo habéis visto, solo pongo agua, harina, aceite, sal y levadura. Nada más. Sin ningún conservante, y el pan esta genial. ¿Tanto costaría hacer pan bueno? No me quiero calentar demasiado la cabeza con eso, imagino que hay muchos intereses creados en este negocio.
A media mañana ha sonado el interfono. He descolgado y una voz decía “soy el técnico. Vengo a traer la panificadora reparada”. ¡YUPI! He abierto rápidamente la puerta. Y allí estaba yo en la puerta esperando al técnico. Me ha dado la panificadora reparada, le he firmado el parte de reparación y le he dado un fuerte abrazo. ¡Qué alegría! El técnico se ha quedado un poco extrañado por el abrazo, pero me ha visto tan feliz que ha sonreído. ¡que disfrutes de la panificadora!- me ha dicho.
Luego he llevado la panificadora a la cocina. ¡Que felicidad! No podéis imaginar lo que he echado de menos a este electrodoméstico. Jejeje. Voy a preparar un pan casero ipso facto. Mañana voy a desayunar de lujo.
Hociquito tierno (como el pan)

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