Después de dejar “El molí de dalt” i “la ermita del Remei” de Alcover, nos dirijimos hacia la población de Vilallonga del Camp, que está a unos 10 minutos.
Una vez allí, y tras dar unas vueltas, encontramos el caminito que nos llevaría hasta la ermita del Roser, donde haríamos la barbacoa. Era un poco tarde y mi estómago ya empezaba a rugir, pero me aguanté, en mi bolsa de transporte siempre llevo barras de cereales para emergencias, así que me comí una y no dije nada.
Al llegar a la ermita nos encontramos que estaban celebrando una romería, jejeje, había mucha gente y caballos. Brrrr. Que grandes eran. Mi dueño quería hacerme fotos con un caballo, pero amablemente decliné la invitación. Los caballos me daban mucho miedo, así que permanecí agazapado y escondido en mi bolsa de transporte.
Pronto encontramos las barbacoas donde se podía hacer fuego. Así que nos distribuimos, unos harian el fuego, otros preparar los aperitivos… ¿y yo?
Yo quería cocinar. Pero no me dejaron hacerlo en las barbacoas habilitadas. De repente sacaron de una bolsa, una pequeña barbacoa portátil de un solo uso. Según decían, era una cosa muy popular en Alemania y encima era de talla Travis. Así que, resignado, encendí la barbacoa chiquitina y empecé a cocinar los pinchos.
Pero no estaba contento, yo quería cocinar en la barbacoa grande. Cocinar en la mini barbacoa, era como admitir que soy pequeño y como los niños, solo puedo “jugar” con las cosas pequeñas. Así que me armé de genio, y le cante la caña a mi dueño. Me vio tan enfadado que me cedió el puesto de cocinero en la barbacoa. ¡Yupi!
Toda la barbacoa estuvo genial, comimos todos muy bien, y la carne, por supuesto, estaba de rechupete. Las felicidades para el cocinero. ¡Ep! Pero si era yo. Jejeje.
La barbacoa aún tenía reservada un par de sorpresas más. Los postres. Habían traído un delicioso pastel de zanahoria con cobertura de crema de queso y nueces. Mmmmm. Solo olerlo mis instintos salvajes afloraron y me abalancé sobre el pastel, me tuvieron que sujetar o me lo habría comido todo de un bocado.
Luego aparecieron unas delicadas cupcakes de menta y otras de naranja. Mmmm. Y encima eran de talla Travis. Deliciosas.
Después de tan copiosa barbacoa, lo que más apetecía era una buena siesta.
Y después recoger todos los trastos, tirar la basura en los contenedores y para casa.
Pero al llegar a casa… me esperaba una sorpresa. Y precisamente muy buena no era. El jueves os lo cuento, que mañana es fiesta.
Hociquitos
2 comentarios:
Pues un buen catarro me traje de la barbacoa!! Espero que no te haya pasado lo mismo!! xD
Muchos hociquitos :)
Lo siento Roussius :( espero que ya estés mejor. Lo mio fue peor. Como el miercoles es fiesta no hay comunicado, pero mañana os explico lo que me pasó. :( snif
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