La semana que viene ya es Navidad y en casa hemos decidido
que este fin de semana haremos el Belén, adornaremos el árbol y la casa. Pero
hay una cosa que aún me falta y no se cuando la tendré. Cada día miro por la
ventana por si llega. Me refiero al “Tió de Nadal”.
Así estaba yo absorto esta tarde, mirando por la ventana por
si veía a mi Tió de Nadal y observaba como se iba poniendo el Sol. Pronto
empezará a refrescar, espero que mi Tió de Nadal este a cobijo.
En esto que oigo unos golpecitos en la puerta de la terraza.
TOC TOC.
Cuando escuché esos golpecitos, me puse muy nervioso. Eran
delicados, pero decididos, muy parecidos a los que hacía mi Tió de Nadal. Pensé
que me lo estaba imaginado, cuando vuelvo a oír… TOC TOC. No, no me lo había
imaginado. Mi corazón se aceleró y corrí hacia la puerta de la terraza.
Miro por la rendija, siempre hay que mirar antes de abrir una puerta, y veo una figura
chiquitina, con unos ojos grandes y saltones y con un gorro de papa Noel. ¡ERA
MI TIÓ DE NADAL!
Que ilusión, al final ha llegado a tiempo, le he dado un
gran y amoroso abrazo.
No ha crecido mucho, lo veo más o menos con el mismo
tamaño que el año pasado. Pero no me importa, como lo he echado de menos.
Rápidamente lo he acomodado en la alfombra y le he traído
una ligera merienda. Tiene que comer mucho para la semana que viene.
Estoy muy feliz. Que bien ha acabado el día. Yuuuuuju
Hociquitos navideños.
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