Mi dueño ha traído unos pocos calçots a casa. Se los han
dado y recordó que cuando escribí el Comunicado referente a la “calçotada”
hablé que también se pueden cocinar al horno. Así que los ha traído a casa para
que se los prepare.
Yo ya le he avisado que hechos de esta manera no quedan
igual de cuando se hacen de forma tradicional. Pero le hacia gracia probarlos.
Así que me he preparado para cocinarlos.
Primero hay que cortarles las puntas y las hojas verdes.
Luego les quito las primeras capas. Si queda algo de tierra les pasamos un poco
de agua.
Les ponemos un chorrito de aceite y sal.
Y colocamos los calçots
envueltos en papel de aluminio y al horno. El cual previamente habremos
precalentado a 190 grados.
Según el horno el tiempo puede variar, pero es sobre una
media hora y 45 minutos.
Luego los sacamos y a comer con una buena salsa de romesco.
¡UPS! ¿Salsa? Se me ha olvidado de prepararla y encima no
tengo todos los ingredientes para prepararla y tampoco tiempo para salir a
comprarla. ¿Qué hago?
A grandes males, grandes remedios.
Voy a hacer una sencilla variante, que también la podéis
usar si habéis hecho una calçotada tradicional y os sobran “calçots”.
Voy a rebozarlos.
Lo típico, un poco de harina, huevo, agua y sal.
Preparo la mezcla del rebozado, que no es más que una mezcla de harina, agua,
huevo y sal.
La mezcla típica de toda la vida.
Yo bato el huevo y añado harina hasta que forma una pasta
consistente, después voy añadiendo agua Muy FRIA. Y vamos mezclando hasta que
quede una consistencia espesa, de forma adhiera al calçot pero no exceso. No os
olvidéis de la sal.
Se fríen en abundante aceite, muy caliente, y se dejan sobre
un papel de cocina para que suelten el exceso.
Y listos para comer, están riquisísimos.
Un hociquito rebozado
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