Hola.
Este fin de semana me llevaron de comunión.
Es la
primera vez que voy y estaba un poco nervioso. En celebraciones con tanta gente
me pongo algo nervioso, pero esta vez conocía a la mayoría de gente, así que en
parte estaba más relajado. Por la mañana había la celebración litúrgica y por
la tarde una buena merendola.
La
merienda tuvo lugar en L’Orangerie, en Vila-Seca.
El
sitió me encantó, está lejos de la ciudad y está rodeado por un gran viñedo y
alrededor del restaurante jardines provenzales y aromáticos, incluso se puede
ver el mar.
Enseguida
encontramos la sala donde se iba a celebrar la merienda. Solo viendo la entrada
ya sabía que me lo iba a pasar muy bien.
Habían
puesto una mesa llena de chuches, muchos chuches, Jejeje, y unas galletas con
letras, que formaban la frase, “Primera comunión de María”. No hace falta
decir, que Maria era la niña que celebraba la comunión, ¿no?
En
seguida fui directo al bote de los chuches, pero cuando ya los tenía a mano…
pensé, si ahora me atiborro de chuches, luego no voy a merendar. Así que por
prudencia, de momento, y repito, de momento, dejé aparcado el tema de los
chuches y por lo visto hice muy bien. Pronto apareció una fuente de chocolate.
Exactamente era igual a la que había visto hacia muy poco en el salón del
comic.
Pero
aquí cada uno tenía que servirse. Coger una taza, acercarse a la fuente y
llenar la taza. Parece muy fácil, pero yo observaba como la gente llenaba la
taza, pero se manchaba la mesa, las tazas… vamos que si lo hacía yo, corría el
peligro de mancharme. Así que allí estuve un buen rato, embobado mirando cómo
caía chocolate por la cascada, y la gente se iba sirviendo. Todos menos yo. Al
final opté por poner una carita amorosa de las mías y explicar lo que me
pasaba. Y misión cumplida.
Muy
pronto ya tenía una taza llena de delicioso chocolate, unos churros y una
copita de cava para brindar.
Es muy
típico en las comuniones un libro de firmas.
Así la
gente puede escribir lo que quiera de ese día. De esta manera, al cabo de unos
años, es una forma muy bonita de tener un recuerdo especial de ese día.
Y
claro, escribí una dedicatoria, igual que todo el resto de invitados.
Me lo
estaba pasando muy bien, todo eran risas, conversaciones muy divertidas e
interesantes, pero quizá esa copita de cava me subió un poco a la cabeza. Así
que opté por salir de la sala para que me diera el aire y cotillear por los alrededores.
Como os
decía antes, alrededor del recinto de celebraciones, hay unos viñedos, y eso se
debe, porque allí mismo también hay una bodega. Y esos viñedos sirven para la elaboración
del vino que producen.
Los
jardines provenzales son muy bonitos, e invitan a pasear. Todo está lleno de
plantitas y flores.
Todo
muy relajante. De repente mi afinado olfato empezó a captar un delicado aroma,
parecía la fragancia del jazmín. Pero no veía la planta. Así que empecé a
seguir el olor y llegué a una planta. Mucho más baja que el jazmín, pero con
olor muy similar.
Después de unas cuantas averiguaciones, descubrí que era un
jazmín de Madagascar, Jejeje, como los pingüinos.
Después
de seguir cotilleando, llegué a un sitio donde tenían una Harley Davidson. Se
la veía muy antigua y con sidecar. Era un objeto de colección, pero me gustó
tanto que me quería montar encima. Pero siendo un objeto de colección, me
podían reñir. Así que por si acaso, mejor pedir permiso. Y ya veis por las
fotos que si me lo dieron.
Ya
notaba mi cabeza más despejada así que volví a entrar en la sala y continuar
con la celebración, en aquel momento estaban bailando, y a eso nadie me gana. Jejeje.
Me
encantó la celebración, estaba agotado. Como siempre, recuerdo que iba con mi
dueño hacia el coche y lo siguiente que recuerdo es despertarme en casa por la
mañana.
¡Jopé!
¡Al
final no comí chuches!
Un
hociquito
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.