Hace unos pocos días tuve un despertar inquietante. Estaba
yo, plácidamente dormido, en plena madrugada, serían algo más de las nueve y
media de la mañana, cuando oigo mucho ruido en la calle. Motores, gente
hablando. Esos ruidos no eran normales.
Me levanto de la cama, abro la ventana del balcón y …
¡Uoh! ¡La escalera del camión de bomberos!
Lo primero que me vino a la cabeza fue que había fuego en el
edificio. Pero por más que miraba no veía humo, y ni siquiera olía a humo. ¿Qué
estaría pasando?
Como ya estaba despierto y mi cotilleo me podía, me ofrecí,
excepcionalmente, a ir a buscar el pan. Mi dueño le extrañó mi ofrecimiento,
pero accedió. Jejeje.
Con esta excusa podría salir de casa y ver lo que estaba
pasando.
Salí con normalidad y vi que no solo estaban los bomberos,
también estaban la policía local y protección civil.
Avance con normalidad, y cuando ya estaba a una distancia
prudencial, pude cotillear bien.
Lo que había pasado era que un trocito de la fachada se
había desprendido. Y los bomberos habían sido alertados para que revisaran la
fachada y rompieron algún trozo para evitar que pudiera caer encima de alguien.
Así que ahora, ya más tranquilo y con mi curiosidad ya
satisfecha, fui a la panadería, compré el pan y volví para casa.
Cuando ya llegaba, observé que uno de los bancos en una
plaza cercana donde podía ver todas las maniobras de los bomberos. Así que me
quedé allí, disimulando, y viendo lo que pasaba.
Cuando ya se fueron, me acerqué y pude ver en el suelo, los
trozos de fachada desprendidos, tanto los que se habían desprendido
accidentalmente como los que desprendieron los bomberos por precaución.
Menos mal que lo solucionaron y que nadie resultó herido. Después de los nervios
iniciales, volvió la calma y un rugido de mi estomago me recordó que ya tendría
que haber desayunado, así que raudo y veloz subí a casa para ponerle remedio.
Un hociquito cotilla
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.