El último día me di una vuelta por el huerto ecológico que
visité. Que por cierto ya os prometo que habrá segunda parte de el paseo /
preguntas. Me han llegado muchos mensajes sobre las cosas que fallasteis o
acertasteis, me encanta que os gustara.
Pero todo huerto, sea ecológico o no, necesita una cosa.
Agua. Hay que ir regándolo. Como ya era tarde y el sol estaba bajo, la dueña
del huerto tenía que regar. Y aunque parezca raro, me ofrecí voluntario para
tal menester.
Ya conocéis mi “terror” al agua, pero con mucha habilidad
puedo regar sin tener que mojarme ni ensuciarme. Cuando era un cachorrín pequeño,
muchas veces ayudaba a regar a mi abuelito. Y aprendí las mil y una triquiñuelas
para no tener que mojarme. Jejeje.
En la finca donde está este huerto, hay un pozo con gran
caudal de agua, por lo que el agua para regar está asegurada. Del pozo se saca
agua para llenar la balsa que podéis ver en la primera fotografía.
Justo a uno de los extremos de esta, hay una llave, que de
girarla, hace que se abra el desagüe de la balsa. Y empieza a salir agua, muy
bien dirigida por los canales que se han arado con la azada. De esta forma la
verdura y fruta cercana a la balsa se pueden regar.
Pero el terreno hace una leve bajada, y la balsa esta en la parte más baja, por lo que los
cultivos situados en la parte superior de la finca no se regarían, el agua no sube hacía arriba. Pero aun así
se riegan.
¿Veis este especie de pozo pequeño que hay delante mio?
Realmente no es nada profundo, suficiente para empaparme si me cayera dentro,
pero no tiene ni un metro de profundidad. Si miramos dentro…
Vemos agua. Una vez se abre la balsa, hay una tubería que
llega hasta aquí, y por la ley de vasos comunicantes hace que se llene al mismo
nivel que está la balsa.
Es muy poquito, pero suficiente para regar, aquí también hay
una llave, que al girarla, deja salir esta agua. Así podemos regar esta parte
del huerto.
Una vez todo está regado toca cerrar las llaves. Ya veis, he
podido regar y no me he mojado nada, ni una minúscula gota, soy un crack.
Y después de una dura jornada en el campo que mejor que una
buena cena.
Un hociquito
acuático.
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