En casa estamos de pintura. Ya hace bastantes meses que decimos que al comedor le falta un repaso de pintura. La última vez que se pintó, yo aún no vivía aquí, según me dice mi dueño, de la última vez han pasado unos seis años. Y en seis años hay zonas que por el paso habitual se han ensuciado un poco.
También hay una zona con humedades.
En primavera llovió mucho, y en una de las ventanas entró un poco de agua y al final han acabado saliendo humedad. Así que le vendría bien también un repaso por allí.
Así que hice una lista con todo el material que necesitaba y envié a mi dueño a comprarlo. Lo más importante era un rodillo talla Travis, ya que yo ya sé que mi dueño poco pinta, y lo poco que hace se acaba manchando un montón como os decía ayer.
Así que lo primero ha sido aplicar un producto para eliminar la humedad. Y acto seguido mientras se secaba, he ido poniendo cinta de carrocero por los marcos de las puertas para evitar pintar sobre la madera.
El color será el mismo, blanco. A mi me hubiera gustado cambiar de color, pero mi dueño ha insistido mucho en seguir con el mismo, así que para que no se enfade, he aceptado, aunque han sido necesarios unos cuantos flaMs para convencerme.
Hemos movido los muebles, sacado los cuadros y he empezado a pintar.
La verdad es que al ser del mismo color, la operación pintura ha sido más rápida.
Ahora el comedor se ve radiante y brillante. Que cambio. Estoy orgulloso de mi trabajo.
Y claro después del duro trabajo toca limpiar los materiales, pero… con tanta agua por medio…. Mejor lo hace mi dueño. ¿No?
Creo que mañana me tomaré el día libre, pienso holgazanear tanto como pueda. Me lo he ganado.
Un hociquito del pintor que pinta con amor.
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