Hola. Esta mañana después de levantarme, acicalarme y
desayunar me disponía a hacer mis tareas de casa, cuando he observado que la
puerta del armario de arriba estaba entreabierta.
Ese armario es donde mi dueño suele esconder las cosas que
no quiera que vea. Que inocente. Aún no sabe que tengo recursos suficiente para
poder acceder a ese armario, jejeje. Pero… no se lo digo. Lógicamente, no soy
tonto, jejeje.
En eso que veo que por la puerta veo una cosa que me ha
llamado mucho la atención, era pequeña y de colorines… me suena… me suena... ¡OH!
Si es mi mantita de forro de polar con dibujitos.
Me la regalaron hace un par de años y como cuando terminó la
temporada de invierno el año pasado lo guardamos todo, se me había olvidado ni
siquiera que la tenía.
¡Qué alegría reencontrarla! Tengo que conseguirla. Pondré en
marcha mi operación de rescate.
Ya sé que podría usar la escalera, pero ahora tenemos una
escalera nueva, más grande y más pesada. Y aunque puedo con ella, pues soy un
osito muy fuerte, hago demasiado ruido, y eso podía delatar que puedo llegar
allí. Así que he optado por un método más silencioso, más aparatoso pero mucho
más emocionante.
He cogido una de las sillas del comedor, unos cojines viejos
y he montado una improvisada torre de asedio.
Por fin tengo la mantita en mi poder, pero….
Uno de los cojines ha caído, y toda la estructura se ha
venido abajo, menos mal que mis reflejos funcionan a la velocidad de la luz y
me he podido coger a la manta.
Eso solo ha retrasado mi caída, pero ha sido suficiente. Una
vez han caído los cojines, he podido ver donde estaban y solo ha sido necesario
dejarme caer sobre uno de ellos. La posición con la que he caído no ha sido muy
glamurosa pero he podido evitar un buen chichón.
¡Ahora sí! Tengo mi mantita… y que suave que es, no
recordaba que lo era tanto. Mmmm.
Un hociquito suaaaaave.
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