Ayer no os conté que tuve un desayuno sorpresa.
Me desperté como siempre, y ya conocéis mi rutina,
acicalarme, hacer la cama, poner bien las almohadas y de camino a la cocina
para desayunar.
Cuando pasé por el comedor, mis sentidos de alerta de
dispararon. Había algo encima de la mesa.
Así que con mucho cuidado, por si era peligroso, asomé la
cabeza para ver que era aquello.
¡OH! Un paquete. Y está encima de la mesa. Tan cerrado… ya
me conocéis, ver un paquete tan solito… no puedo resistirme. Tengo que abrirlo.
A ver… Esto parece que va estar muy bien. Es un paquete de
una pastelería. ¿Pero cómo se le ocurre a mi dueño comprar un pastel? Si estoy
yo en casa, solo tiene que pedírmelo y se lo haré. Que morro que tiene, el
próximo día que haga un postre, no le daré.
De todas formas, voy a mirar… Vaya. Es una “coca de llardons”,
o así se llama por aquí, creo que también se le conoce como “coca de
chicharrones”.
Alguna otra vez ya os he explicado sobre esta coca. Y como
no la sé hacer, mi dueño cada año compra. Oh. Se me había olvidado que estamos
ya en esos días en el que es típica esta coca. Los llardons o chicharrones
tienen su origen en las fiestas de carnaval porque las comidas servían para
atiborrarse de alimentos grasos en preparación para la abstinencia de la
Cuaresma. Las primeras recetas de esta coca datan del siglo XIX.
Y yo pensando mal de mí dueño. Aish, pobre. Que majo es.
Bueno amigos y amigas, os deseo un muy buen fin de semana. Y
los que celebréis carnaval, pasadlo muy pero que muy bien.
Un hociquito chicharrón.
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