Estaba yo durmiendo plácidamente, cuando me he despertado.
Me sentía bien, relajado, descansado, vamos que había dormido muy bien.
He levantado un poco la cabeza y he visto que aún era muy
pronto. Aun no eran las 8 de la mañana. Y aunque, como decía, me sentía muy
descansado, pero era muy pronto, así que me he acurrucado bajo mi mantita y me
he vuelto a dormir.
No se cuánto tiempo he dormido, pero me he vuelto a
despertar, miro el reloj y… la misma hora.
Algo ya me olía a chamusquina, había dos hipótesis. Una que
hubiera dormido hasta las 8 de la tarde. Pero lo he descartado, mi dueño ya me
habría despertado mucho antes.
Y la otra que el despertador funcionara mal. Lo he cogido y
lo he observado con detenimiento.
Efectivamente, está parado, el segundero tampoco se mueve.
¿Qué hora debe ser? He pensado.
Miro el reloj de pared y he visto que casi eran las dos del mediodía.
¡Horror! Es casi la hora de comer y aún no he preparado
nada. Y lo que aún es peor, me he
perdido el desayuno.
Ahora me tocará correr para tener la comida preparada a la
hora…. Aunque, quizá llame a un restaurante chino y que me lo traigan. Casi que
haré esto. Un día es un día.
Eso si, antes de que se me olvide… voy a poner a recargar la
pila del despertador.
Un hociquito energético.
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