No se vosotros, pero cuando voy al cine, siempre tengo algún
tipo de expectativa previa sobre lo que espero de ella, ya sea por haber visto
el tráiler o simplemente porque siempre habrá un detalle que nos lleve a preferir
ver una peli por encima de otra. Puede ser, entre otras muchas cosas, el
director, la presencia en el reparto de determinado actor o actriz o porque
hemos oído hablar de ella bien en cualquier sitio, desde un comentario de un amigo
o hasta una crítica que haya leído. Sea como sea, no hay que convertirse en un
esclavo de la expectativa que uno tenga. Hay veces que llevo unas expectativas
altas y me encuentro con que la película está muy por debajo, pero también hay
ocasiones que pasa todo lo contrario. Como la película de hoy en “La butaca de
Travis”.
‘El llanero solitario’ ha sido una película con muy malas
críticas desde sus inicios. La prensa americana no tuvo misericordia de ella y
ha acabado por convertirse en uno de los mayores fracasos del año que hará
perder cantidades indecentes de dinero a Disney. Prefiero no entrar en la
ridícula polémica que se formó cuando varios de los que han trabajado en la
película atacaron a los críticos americanos, pero lo que sí tengo claro es que
estos últimos han sido muy injustos con una cinta tan excesiva como
entretenida.
Quizá sí que la película es un poco larga, pero estamos ante
uno de los grandes males del cine de nuestro tiempo. Pero la cuestión no es
tanto el excederse en su metraje como impedir que esto llegue a ser realmente
molesto para el espectador.
En ‘El llanero solitario’ Verbinski (el director) demuestra
una gran inteligencia al reservar lo mejor para el último acto —cada vez son
más los blockbusters que es justo ahí donde más fallan, corriendo incluso el
riesgo de cargarse todo lo conseguido hasta entonces—, ya que era entonces
cuando la película empezaba a dar ciertos síntomas de agotamiento producto de
su metraje de más. Sin embargo, la alocada, divertida, frenética y espectacular
persecución final a bordo de un tren con la brillante utilización de cierto
tema de música clásica al compás de lo que vemos en pantalla, sirve para
redimir a ‘El llanero solitario’ de ese defecto y de otros detalles molestos en
los que ya entraré más adelante.
Armie Hammer (el llanero) parece un intérprete bastante
correcto que no debería tener problema para desarrollar una larga y próspera
carrera en Hollywod, pero en ‘El llanero solitario’ demuestra que no tiene el
carisma suficiente para llevar la voz cantante en una producción de estas
características. Es obvio que el fichaje de Johnny Depp y el aumento de importancia
del personaje de Toro (Tonto en la versión original) se debe a que en Disney
también existían ciertas dudas al respecto, las cuales se han visto confirmadas
una vez estrenada la película: su actuación es buena, pero no tiene el gancho y
la presencia necesaria para engancharnos y que así pasemos por alto los fallos
en su construcción.
Lo más molesto del caso es que James Badge Dale, que da vida
a su hermano en la ficción, se lo come vivo durante los pocos minutos que
comparten pantalla, por lo que uno no puede evitar preguntarse cuánto hubiese
mejorado ‘El llanero solitario’ si su protagonista hubiese sido él. Depp
consigue que no pensemos demasiado en ello con una efectiva actuación mucho más
alejada de lo esperado de su ya mítico Jack Sparrow en la que también hace gala
de su incuestionable carisma —siempre orientado más hacia la comedia que a
ejercer como un héroe al uso— para salvar ciertas soluciones del guión,
correcto en términos generales.
Sorprende el hecho de que Hammer no es la única apuesta de su reparto por algo diferente en una gran producción, ya que la elección de Ruth Wilson, conocida principalmente por su participación en la televisiva ‘Luther’, es bastante inusual. Por desgracia, esta apuesta por el talento también les ha salido rana, no tanto por su actuación como por el hecho de no tener la química necesaria con Hammer y por el libreto, siendo aquí donde muestra mayores deficiencias —la trama de corrupción aunque previsible, es bastante funcional y no aspira a ser más de lo que es—. A cambio, el apartado de secundarios brilla por su solvencia, aunque el personaje de Helena Bonham Carter no cuaja del todo.
Sorprende el hecho de que Hammer no es la única apuesta de su reparto por algo diferente en una gran producción, ya que la elección de Ruth Wilson, conocida principalmente por su participación en la televisiva ‘Luther’, es bastante inusual. Por desgracia, esta apuesta por el talento también les ha salido rana, no tanto por su actuación como por el hecho de no tener la química necesaria con Hammer y por el libreto, siendo aquí donde muestra mayores deficiencias —la trama de corrupción aunque previsible, es bastante funcional y no aspira a ser más de lo que es—. A cambio, el apartado de secundarios brilla por su solvencia, aunque el personaje de Helena Bonham Carter no cuaja del todo.
Ya he señalado la genialidad que Verbinski demuestra durante
su tramo final, una proeza dentro del cine de puro entretenimiento, pero también
resulta encomiable su trabajo hasta entonces. No es que ‘El llanero solitario’
estuviese siendo una gran película hasta entonces, pero si mantiene cierta
consistencia como entretenimiento pese a sus fallos es gracias a su capacidad
para ir saltando entre géneros sin que haya molestos cambios de tono y
convirtiendo a la película en un simpático correcalles que va de menos a más y
en la que los excesos de puesta en escena están sabiamente dosificados.
Tengo muy claro que el sabor de boca que me ha quedado tras
ver ‘El llanero solitario’ es mejor de lo que realmente es la película, pero no
por ello deja de ser una película bastante recomendable para quien sobre todo
quiera pasar un buen rato en el cine. Ya solamente por su brillante y
divertidísimo último acto merecería la pena verla en la gran pantalla y
disfrutar como ya casi ni recordaba con una película, pero el resto es
suficientemente llevadero y bien resuelto para que no desconectar antes de
tiempo.
Os dejo con el tráiler. Un hociquito desde este lado del
Pecos.
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