Hola amigos. Felices fiestas. Espero que las fiestas
navideñas estén yendo muy bien. Que estos días tan señalados no haya puesto
comunicados no quiere decir que no las esté pasando bien, simplemente en casa
hemos estado más ocupados de lo normal. Así que aprovecho este ratito para
contaros algo de mis navidades.
Quizá una de las cosas que para mí me indica que se acerca
Navidad y no me refiero al calendario de adviento, es la llegada a casa del “Tió
de Nadal”. Ese ser mágico, que de una manera u otra llega a una casa, y durante
los días previos a Nochebuena hay que alimentarlo y cuidarlo, para que esa
noche antes de Navidad nos de muchos regalos.
Desde que vivo en Reus, el Tió, siempre ha llegado por la
puerta del Balcón, unos golpecitos, abrías la puerta y allí estaba. Con cara de
frio y con muchas ganas de entrar para ser mimado. Podéis ver en estos enlaces
como fueron las llegadas del Tió de Nadal en los años 2010, 2011 y 2012.
Pero volvamos a lo que me interesa, este año 2013, que tan
pocas horas le queda para acabar.
Este año estaba preocupado, el día típico que el Tió debía llegar
a casa había pasado, y no aparecía. Estaba temiendo que el Tió estuviera mal
informado y pensara que fui un osito malo y no viniera. Pero mi dueño me dijo
que no me preocupara, que estos seres mágicos nunca se equivocan. Aun así, no
las tenía todas conmigo.
Un día, mi dueño me pidió si lo podía acompañar a la masía, tenía
que coger unas cuantas mandarinas, limones y verduras, y él solo no podría con
todo. Así que el día en cuestión madrugué y lo acompañé.
Hacia un poco de frio, así que me abrigué con mi abrigo de
ovejita, como le suele llamar mi dueño, y allí estaba, en la masía, recogiendo
mandarinas, naranjas y hasta vi una col que tenía muy buena pinta.
De repente noté una sensación un poco rara, un escalofrió recorría
mi espalda, estaba siendo observado. Mire a todos lados pero no veía a nadie. Seguí
con mis faenas en la masía con normalidad. Todo había sido fruto de mi imaginación.
Pero al cabo de un rato la sensación se repitió, una
poderosa sensación de ser observado. Esta vez, presté más atención y lo que vi
me dejo helado.
Al fondo, estaba una pequeña y familiar figura observándome.
¡Era mi Tió de Nadal! Había venido a buscarme. ¡Yuju!
Por fin había llegado “Mi Tió de Nadal”, las navidades iban
a empezar.
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