Hoy he
aprovechado para dar un paseo matutino. Empieza a hacer tanta calor que si no
salgo a pasear por la mañana luego más tarde hace mucho calor.
La
verdad es que pasear a estas horas es agradable. La ciudad aun no se ve
masificada y quizá por este motivo, me suelo fijar más en los detalles
cotidianos, si se ha abierto o cerrado una tienda, si han puesto algún adorno
en la calle, las plantas de los jardines públicos…
Estaba
tan absorto en mi paseo que me he dado cuenta que he acabado literalmente, al
otro lado de mi ciudad, muy cerquita del Santuario de Misericordia. Bueno de hecho, aproveche para beber un poco de agua en el parque del santuario.
Luego, al salir, descubro que justo al lado hay otro parque. Que yo recuerde nunca habia entrado en ese, y
como la puerta de entrada estaba abierta, he acabado entrando.
Pronto
he visto el cartel donde se podía ver el nombre del lugar. Parque del Ferrocarril.
Rápidamente descubrí el motivo de ese nombre, en ese parque hay una pequeña vía de tren que
recorre el lugar. Incluso cruza peligrosamente un pequeño lago. La lástima es
que no abre todos los días, solo los fines de semana y los días de la fiesta
mayor. La estación desde donde sale el trenecito estaba vacía y cerrada. Bueno…
tendré que volver en otra ocasión.
Pero ya
que estaba allí aproveche para explorar el lugar.
Pronto
descubrí unos cachivaches metálicos muy sospechosos. Lo primero que he pensado
es que serían unas esculturas modernas.
Pronto
me di cuenta de su verdadero uso. Son máquinas de hacer ejercicio.
Que
divertido.
Una por
una he ido pasando por cada máquina.
Haciendo
un poco de gimnasia en una, luego a otra y otra.
En
alguna máquina me ha costado un poco entender el funcionamiento, pero al final
los he entendido todos.
Media
hora después estaba agotado.
Menos mal que el parque está rodeado de césped.
Me
he tumbado un rato sobre él. Que agradable sensación notar el césped bajo mi y
la brisa suave refrescándome.
Despuésde unos minutos de relax me he incorporado y me había esforzado tanto en las
máquinas que ahora me costaba mucho dar un paso. Y ¿os había dicho que estaba
al otro lado de la ciudad? No sé como llegaré a casa. Menudo lio.
Al
final lo he solucionado llamando a mi dueño, me ha venido a buscar e incluso me
ha traído una bebida isotónica.
Un
hociquito deportivo
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