EXPOSICIÓN DE ARMAS DE ASEDIO. 2ª PARTE DE LA FERIA MEDIEVAL DE LAS TRES CULTURAS

Como os dije en el anterior comunicado, había algo más que vi en la feria medieval de las tres culturas pero que pensé que debía tener un comunicado propio. Se trata de una exposición de las armas de asedio de la Edad Media.
La exposición se localizaba en el “Puente de Piedra” que cruza el rio Ebro y que comunicaba dos zonas de la feria medieval.
A medida que iba caminando por el puente podía ver las armas de asedio en los laterales del puente.

La primera que vi es la “rueda de fuego”.
Una de las armas incendiarias más empleadas por los ejércitos musulmanes durante la Edad Media. Su construcción era muy sencilla y constaba de dos ruedas de carro, unidas entre sí por medio de un tablazón de madera, de forma que el resultado fuera un cilindro grande. Este se rellenaba de sustancias inflamables, a las que se les prendía fuego, y a continuación se hacía rodar ladera abajo. Gracias a su especial configuración, adquiría gran velocidad, convirtiéndose en un arma terrible para los contingentes de infantería, así como para las máquinas de asedio.

La siguiente fue un “Jarkh”, la primera vez que oía ese nombre y la primera vez que veía esa arma.
Una arma de artillería de tensión de origen persa. Se cargaba con la ayuda de un torno o polea. Precisamente, este último elemento la convirtió en la más significativa de las ballestas pesadas, suponiendo una innovación tecnológica respecto a sus predecesoras.
Esta arma se usó mucho en los siglos XII y XIII y aunque estas armas eran portátiles, se han encontrado diseños más pesados, capaces de disparar flechas de medio kilo a una distancia de 900 metros.

Por cierto, un paréntesis de armas de asedio, ahora un guiño a los fans de Star Trek, en mitad del puente, mirando el rio Ebro, se veía en medio de él, un trozo de tierra con una forma muy característica para los trekkies. Jejeje. ¿A que si?

Y después del guiño “friki” sigo con el comunicado.

Ahora era el momento de ver el “Onager”.
Una máquina que se remonta su origen al imperio romano y servía para lanzar piedras. Esta arma no era tan exacta como lo eran las máquinas de tipo ballesta. Y su peso rondaba entre las 2 y 6 toneladas. A causa de estas dimensiones, resultaba muy difícil corregir las trayectorias para apuntar a nuevos blancos, lo que la convertía en una máquina bastante estática.

El “Espringal”, la única pieza de artillería cristiana de torsión.
Estaba constituida por un marco de madera rectangular con ruedas, en el que se habían instalado dos brazos de madera independientes, cada uno dispuesto en el interior de una madeja de pelo de caballo. En su parte trasera disponía de un mecanismo de gatillo y de un torno, que permitían que la maquina pudiera ser operada.
La energía de una de estas piezas de podía estimar en torno a los 1800 kilos, lo que la convertía en un arma poderosa, que necesitaba de dos hombres para su manejo. Su potencia era tal, que podía atravesar no sólo las armaduras de los soldados, sino también sus escudos.
El Espringal disparaba flechas o virotes, que median entre 70 y 80 centímetros de largo. Al mismo tiempo se podían  hacer adaptaciones en su diseño para el disparo de piedras o proyectiles incendiarios.

La pieza de artillería de tensión más popular durante la Edad Media fue “La ballesta de torno”.
Constaba básicamente de un cuerpo similar al de las ballestas de mano, pero con la novedad de presentar un arco de mayores dimensiones, cuya medida se situaba siempre por encima del metro. En su parte posterior disponía de un torno o polea, elemento necesario para la carga de la pieza. A causa del elevado tamaño y peso fue necesaria su instalación encima de una base dotada de una junta universal, que permitía apuntar en cualquier dirección y a cualquier altura.

La que quizá más conocía era la “catapulta”.
En este caso, en la exposición había una del tipo Scorpio, la más común de la artillería romana. Con un reducido tamaño y peso, la hacían situar en las armas más habituales.
Estaba diseñada para arrojar flechas de pequeño tamaño, de aproximadamente 70 centímetros de longitud, construidas en madera, con una punta muy afilada de hierro, para poder perforar las armaduras de los soldados. Su precisión era tal que podía acertar a una distancia de 500 metros sobre blancos individuales. De ahí que se le apodara “escorpión” por lo letal de su picadura.

Y por último el “Lu´Ab”.
La más antigua de las piezas musulmanas de contrapeso, basadas en el sistema de tracción manual. Su bastidor era muy simple y constaba, básicamente, de un palo vertical con varias patas para apoyarse en el suelo. Horizontalmente, y encima de él, se disponía un palo unido al anterior por medio de un eje, equipado con una serie de cuerdas en un extremo y en el otro un gancho para disponer la honda.
Por la simpleza de su diseño, su brazo podía ser movido en cualquier dirección, lo que facilitó que se convirtiera en un maquina muy versátil.
Y asi fue la exposición de las armas de asedio, pero gracias a esta exposición descubrí una cosa muy chula.
Nunca antes había cruzado el puente, y por lo tanto no había descubierto un lugar al otro lado del rio donde hay una vista maravillosa del rio Ebro y la basílica del Pilar. Esta foto está tomada allí. Está genial. Un gran paisaje y un modelo muy guapo. Una foto perfecta.



Hociquitos de asedio.

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