Hola
amigos. Os sigo explicando cómo han ido mis vacaciones de verano, casi parece
que sea la típica redacción que nos hacían escribir cuando volvíamos a clase el
primer día de colegio.
Después
del encuentro de Barcelona con mis
amigos peluchines, empezaba la cuenta atrás para un viaje excitante. Esa noche
casi no pude dormir de los nervios, me costó dormir bastante y justo cuando
conseguí dormirme sonó la alarma que puso mi dueño. Eran las cinco de la mañana
y ya teníamos que ir a la estación, para
coger el tren de alta velocidad que nos llevaría a la ciudad de la luz, Paris.
Después
de acicalarme y pasar por el WC, cogimos las maletas y sin prisa pero sin pausa
nos dirigimos a la estación. Llegamos muy bien de tiempo, mejor así, prefiero
esperarme en la estación que ir con
prisas y nervios.
La
verdad es que ese rato de tranquilidad me vino bien, pude desayunar un rico
batido de cacao y una chocolatina.
En
otras circunstancias estaría muerto de sueño, incluso dormir a pierna suelta en
mi bolsa transportín. Pero no, estaba
muy despierto y atento a todo.
Pronto
se formó la cola para proceder al checkin del tren. Preparé los billetes,
pasamos el control y descendimos al andén.
Y allí
estaba el tren. Era un tren de dos alturas, y para mis adentros, crucé las
patitas para que nuestros asientos fueran en el nivel más elevado, así tendría
mejor vista. Y así fue, mi dueño pensó lo mismo y reservó los asientos en ese
nivel.
Ocupamos
nuestros asientos y puntualmente salió el tren.
Los
asientos muy confortables, pensé que sería un buen momento para dormir y
recuperar las horas de sueño, pero una vez más no pude dormir. Miraba a mi
dueño con cara de envidia, el enseguida
se durmió, incluso, y que quede entre nosotros, roncó un poco.
Muy
poco tiempo después salía el sol, hacía mucho tiempo que no veía salir el sol y
es que lo mío no es madrugar y me pierdo estas cosas.
El
viaje estaba previsto que durara 6 horas, por lo que iba preparado.
En mi
bolsa transportín llevaba unos cuantos zumos, barritas de cereales, frutos
secos y mi queridísimo tablet. Dentro puse unos cuantos comics para leer,
series de televisión y naturalmente juegos.
Pero al
final solo jugué un poco y el resto del viaje lo pasé viendo el paisaje y
charlando con mi dueño.
Una vez
más con un horario casi inglés llegamos a la estación “Gare de Lyon” en París.
¡yuju! Ya estábamos allí.
Ahora
tocó andar un poco hasta el apartamento. No fue necesario ni coger el metro, un suave paseo fue
suficiente.
El
apartamento pequeñito pero suficiente para nosotros. Lo primero y más
importante, ir a comer, mi estomago estaba rugiendo y no era cuestión de
asustar a los parisinos, jejeje.
Después
fuimos a comprar a un supermercado, había que llenar la nevera del apartamento,
la idea era desayunar y cenar cada día allí.
Y una
vez ya estaba todo listo, había llegado el momento de explorar Paris, me
esperaban unos días de caminar mucho y visitar un montón de sitios preciosos.
¡París
allá voy!
Petit
museau
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