La mini siesta desde el restaurante hasta el destino fue
bastante corta, casi que no tuve ni tiempo de dormir la siesta. Cuando salí de
la bolsa transportín me encontré en la plaza del Trocadero (o jardines del
Trocadero).
Está ubicada en el XVI
distrito de París, al lado del río Sena y al otro lado de la Torre Eiffel.
Ocupa una superficie de 93.930 m² y fue creado para la Exposición Universal de
1937, en el lugar en el que antiguamente estaban ubicados los jardines del
Palacio del Trocadero, un palacio de estilo morisco construido para la
Exposición Universal de París de 1878. Se encuentra limitado a un lado por el
río Sena y al otro por el Palacio de Chaillot.
Desde allí tenía una vista
espectacular de la magnífica Torre Eifeel. Es la primera vez que la veía en
persona y me tuve que aguantar las lágrimas de la emoción.
Entonces miré a mi dueño extrañado. Si habíamos decidido no
andar mucho esa tarde… ¿Por qué habíamos seguido con el plan original de
visitar la torre? La respuesta no me iba a gustar nada.
Ya tenía en su mano los billetes para embarcarnos en un “Bateau
Mouche”, antes de que pudiera preguntar qué era eso, ya estaba a bordo de una
embarcación y en primera línea. Tenía el agua del rio a Sena a pocos metros de
mis patucos. ¡Nooooo!
Poco a poco fui asimilando la situación, y se me explicó que
un los “Bateaxus Mouches” son barcos de excursión abiertos que proporcionan a
los visitantes de París, una vista de la ciudad a través de un recorrido por el
río Sena.
Quise bajarme pero ya era demasiado tarde, el barco ya había
zarpado y aun con mi mejor salto, no hubiera llegado a tierra. Empezaba el
viaje del terror, como se hundiera…. Mi dueño lo iba a pasar muy mal, le daría
mil hocicazos y después mil más.
Cerré los ojos, respiré hondo y me tranquilicé un poco, eso sí,
en todo momento estaba cogido a mi dueño con todas mis fuerzas, creo que hasta
alguna de mis zarpas se le clavó en su brazo, pero me era igual, lo primero era
no caerme del Bateau Mouche.
Tengo que reconocer que las vistas que había desde la
embarcación eran magnificas y eso ayudo un poco a que la excursión de una hora
se me hiciera más llevadera.
La excursión empieza en el “Port de la Bourdonnais” pegado a la Torre
Eiffel.
Desde la cubierta donde estábamos iban pasando la torre
Eiffel, el Trocadéro , la Place de la Concorde , el Louvre, el Hôtel de Ville ,
el Musée d’Orsay , la catedral de Notre Dame…
Decididamente a París se la ve aún
más bella desde el río, si esto es posible. Cada tantos metros, el barco traspasa
uno de los tantos puentes del Sena, maravillosos: el Pont-Neuf (el más antiguo,
a pesar de su significado, “puente nuevo”), Pont Royal , Pont de la Concorde ,
Pont Alexandre III .
Una vez sobrepasada la preciosa catedral de Notre Dame, la
embarcación dio la vuelta y volvimos.
Aunque las vistas eran magnificas poco a poco me relajé
y me olvidé incluso de cogerme a mi dueño, casi cuando llegábamos al final del
trayecto es cuando me di cuenta, pero no tenía que preocuparme, mi dueño me
tenía bien cogido. Si es que es un sol, pero le dije que no quería más
excursiones acuáticas.
Al llegar de nuevo al Port de la bourdonnais fui el primero
en salir del Bateau Mouche a toda velocidad. Para resarcirme y recuperarme de
la experiencia me compró un delicioso granizado.
Aish una dura experiencia pero a la vez preciosa, ya sé que
suena a contradicción, pero fue así, jijiji. Ya tocaba volver a nuestro
apartamento y descansar.
Mi dueño me prometió que el dia siguiente sería más
descansado y que era inevitable no ver el Sena, pero que no íbamos a navegar
sobre él.
Más le valía que fuera así, jijijij.
Petit museau.
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