Y después de una semana en París, llegó el último día. Por
la tarde teníamos el tren de vuelta y por la mañana decidimos hacer una visita
más. Ya desde el día que visitamos París desde el bus turístico, tenía ganas de
ver tranquilamente la Plaza de la Concordia. Así que eso fue lo último que
visitamos de la ciudad de las luces. Lo que precisamente lo de visitarla
tranquilamente no pudo ser, jejeje.
La Plaza de la Concordia, me llamó la atención por su
grandiosidad, tiene más de ocho hectáreas, la pena es que no esté cerrada al
tráfico, algo por otra parte imposible ya que es una de las principales
arterias del centro de París entre los Campos Elíseos y el Jardín de las
Tullerías.
Su cometido inicial era albergar la estatua del rey Luis XV,
por eso en un principio este fue su nombre, pero tras la Revolución, la estatua
fue sustituida por la guillotina, en la que fueron ejecutadas en sólo dos años
más de mil personas, se rebautizó como Plaza de la Concordia, para borrar de su
memoria los violentos hechos allí acontecidos y en el siglo XIX, fue instalado
en su centro el obelisco de Luxor de 3.200 años de antigüedad, rodeado de
fuentes, estatuas y preciosas farolas.
Pero dio la casualidad que esa mañana había una
concentración de coches allí. Así que estaba llena de gente y de coches de
todas las épocas y estilos.
Se trataba de la séptima edición de la “Traversée de Paris
Estivale 2014”.
Los amantes de los coches se organizan anualmente para hacer
un recorrido de 20km por París. Recorriendo las zonas más famosas de la ciudad,
como el barrio de Montmartre, los Campos Eliseos, la Plaza de la concordia, Los
Inválidos, el Gran Palacio.
Y lo mejor es gratuito tanto para los participantes
como para la gente, como nosotros, que nos encontramos con esta travesía.
La verdad estuvimos de suerte, nos lo pasamos de miedo haciéndonos
fotos con todos esos coches y haciendo amigos, estuvimos hablando con algunos
de los participantes y nos enteramos que aunque en la plaza habían parado
muchos coches, aún había muchos más, en total, había unos 600 coches haciendo
esa travesía por París.
Y ya no solo coches, también tractores, motocicletas,
autobuses, jinetes, coches de policía, coches de películas…
Y aunque hicimos amigos, con tanta gente, a veces hay alguna
confusión.
Como siempre, antes de montarme en un coche, pido permiso, cosa que
me concedieron, pero la policía me vió y pensó que trataba de robarlo, así que….
Bueno, era la primera vez que me detenían y me ponían las
esposas. Fue una experiencia desagradable, pero gracias a mi dueño, se
aclararon las cosas y fui puesto en libertad en el momento menos mal. Por un
momento la visita a París podía haber acabado con un sabor amargo, pero bueno,
todo estaba bien.
Y hasta aquí los comunicados de mi visita a París. Espero
volver alguna otra vez. Es una ciudad que me ha entusiasmado.
Petit Museau.
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