Los habitantes de Prades celebran, cada último domingo de
mayo, una fiesta protagonizada por el tomillo, una hierba considerada sagrada y
que en esas fechas está en su periodo de máxima floración. Desde hace muchos
años, el pueblo adorna sus monumentos emblemáticos y sus casas con tomillo y
otras plantas aromáticas y medicinales y con flores que podemos encontrar en el
bosque en estas fechas.
Había oído hablar mucho de esta feria, así que ni corto ni
perezoso convencí a mi dueño para que me llevara.
El tomillo es una planta que, como muchas otras hierbas y
plantas con propiedades terapéuticas y aromáticas (como la albahaca, la lavanda
o el romero) ha sido abundantemente utilizada en celebraciones festivas
populares.
La fiesta se estructura alrededor del Concurso de Adorno de
Fachadas, donde los propios vecinos y vecinas adornan la entrada de sus casas con
tomillo y otras plantas y también con todo tipo de utensilios antiguos
relacionados con la agricultura que guardan.
El día comienza con un almuerzo popular al aire libre
servido en la plaza mayor de Prades, donde están los puestos de productos
artesanos del mercado de artesanía y productos naturales y artesanales que
durante todo el día ofrece a los participantes productos alimenticios,
productos para la higiene del cuerpo, etc.
De entre los artesanos destacan los
elaboradores de la Miel de Prades, famosa por su intenso sabor a tomillo, y de
diferentes productos hechos con tomillo. También se ofrecen tisanas de tomillo
con miel y se perfila una alfombra de flores que suele representar un tema
emblemático de la ciudad.
Al mediodía los representantes del ayuntamiento entregan los
galardones de los premios de Poesía, Pintura y del Concurso de Aderezo de
fachadas, se hace una misa y alguna actividad cultural, como un encuentro de
encajeras, una actuación castellera, sardanas, etc.
Y saliendo de Prades, a unos dos kilómetros del centro del
pueblo se encuentra una ermita dedicada a la Virgen de l'Abellera.
La ermita es un edificio del año 1570, incrustado en un
riscal de 1.020 m aprovechando una cueva que había servido de cobijo.
Hacia 1484 allí vivió Fra Bernat Boïl, el primer vicario
apostólico en las Indias Occidentales y que, como tal, acompañó a Cristóbal
Colón en su segundo viaje a América.
La imagen de la Virgen de l’Abellera fue encontrada, según
la tradición, por un pastor cuando iba a buscar miel. También, según la
tradición, en este lugar se refugió la reina Margarida de Prades.
El primer
edificio se construyó en 1570, y en 1578 se añadió el campanario. Consta de una
sola nave y en su exterior lateral hay unas vistas espectaculares sobre los
valles y montañas cercanas.
La relación entre la Virgen Abellera y el tomillo es
bastante natural: el tomillo es uno de los alimentos principales de estos
pequeños animales voladores que elaboran la miel. De hecho, la pequeña cueva
donde está la ermita ha sido, desde tiempos muy remotos (y todavía es), un
lugar donde las abejas han elaborado sus colmenas de miel. No es de extrañar
pues que esta representación de María, la Madre Tierra, esté dedicada a las
abejas y que, precisamente, haya sido tradición hacerle, este día, una ofrenda
de una planta que en estos momentos está en máxima explosión floral.
La verdad es que ese domingo lo disfruté mucho. Buena
excursión, buena comida, buenas vistas y muy buena compañía. Un día para
recordar. Además no os lo he dicho aún, me regalaron una pequeña planta de
tomillo. Que bien va a oler mi balcón cuando la trasplante.
Un hociquito excursionista
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